23 de septiembre de 2010

Óbito


Ni hechiceros ni ambiciosos, ni pobres ni lujosos

Nadie se salva de este destino tan dudoso

Porque puede ser correcto, pero también indecoroso

Aunque lo adecuado es más tardío

Siempre suele ser beneficioso

Porque el otro lado es excesivo

Y es ahí donde extravía su sentido

El sentido de algo hermoso

Que es entrar allá en el cielo

Queda vagando en un lugar perdido

Perdido en este mundo tan repleto

Pero ¿Cómo puede estar pasando esto?

Saturado de bellezas y magníficos encantos

Se debería volver más agraciado

Pero el sentido queda en el misterio y en lo opaco


Y así, la vida va perdiendo su recato

Quedando ciega ante estos cuadros

Nublándose por pleito y malos tratos

Por la ignorancia y los maltratos

Por corazones destrozados


Pero ahí vamos, contaminando cada paso

De este mundo que nos ha dado su regazo

Su cobijo y su abrazo

Nos aprovechamos de este amparo

Porque tanto en cielo como en pasto

Se ha pisado cada espacio

Dejando birria en todos lados

Sonrisas vueltas llanto

Provocando caos por un mal gesto

Y tonterías como pretexto

Aproximando el fin de este planeta

Asesinando a la naturaleza

Arrebatando a la pobreza

Malgastando la experiencia

Que debería de dar conciencia

A esta sociedad sin sutileza

Que está mediocre de inteligencia

Pero asaz de conveniencia

Porque ya veo yo cómo dan la vista buena

Para destruir materia de esta tierra

Así elevar sus pertenencias

O taladrar las mismas grietas

Pero no alivian carencias

Ni penas ni rabietas

Ni aflicciones ni tristezas

Aportando más ideas

Que desgastan la existencia

Dejando nula esta vivencia

¿Pero qué harían con un pulmón baleado?

¿Con la inmundicia de su lado?

Acarreando con cuero de dos brazos

Con su amuleto ya colgando

Pero que ese objeto idolatrado

Fuera de alguna parte del humano

Ya sea un diente o un pie cortado

Hecho por elegancia y sin haberles importado

Cómo resultó ni de dónde lo sacaron

Inventando cada excusa

Que ni ellos se han ideado


Se debería curar a los hermanos

Cosechar los frutos dados

Hacer limpiar a aquellos malos

Empezando en propias manos

Premiando a justos y a honrados

Teniendo cielos despejados

Auxiliando a los soldados

Que en vez de estar armados

Deberían de estar librados

De esas guerras y conflictos

Que sólo a muerte lleva a vivos

Y así podremos ir logrando

El dichoso mundo tan hablado

Que tanto hemos esperado

16 de septiembre de 2010

Ya sabéis el modo de ser libres, a vosotros toca señalar el de ser felices


Montado en su magnífico caballo, Morelos iba en busca del padre Don Miguel Hidalgo y Costilla. Él quería ver con sus propios ojos a su antiguo director, y ahora, iniciador del movimiento de insurgencia. En cuanto se encontraron, ambos se estrecharon en un fuerte abrazo y platicaron por horas, comenzando así, un lazo muy estrecho que nos llevaría hacia la gracia y la liberación de nuestra patria. Un movimiento que por primera vez una conciencia de raza, de unidad, de pertenencia y autodeterminación, alumbraría el sentimiento de todos los mexicanos.


Fue ese 16 de septiembre de 1810, cuando Miguel Hidalgo, junto con un estandarte de Nuestra Señora de Guadalupe, lanzó el llamado grito de Dolores e inició la revuelta acompañado de Allende y un ejército formado por miles y miles de mexicanos.


Pero no fue sino hasta el 27 de septiembre de 1821 cuando acabó este movimiento, después de once años llenos de muertes, capturas, derrotas y persecuciones. Al fin, la nación que por trescientos años nunca tuvo voluntad propia, ni libre uso de la voz, salía de la opresión en la que había vivido. Ese día, la capital recibió alborozada a los triunfadores, entre el repicar de campanas, el sonar de clarines y tambores, restallar de cohetes y los gritos entusiastas de la multitud. Todos salieron a las calles a festejar el nacimiento de una patria.



Hoy estamos cumpliendo 200 años del comienzo de éste hecho tan memorable. Sin embargo, yo todavía me pregunto, ¿Qué vamos a festejar?


No podemos celebrar un acontecimiento que el día de hoy nosotros mismos, como mexicanos, no respetamos, pues habiendo personas que se roban nuestra libertad y destruyen a nuestra nación, nos seguimos quedando callados. Es triste ver cómo los mexicanos vemos con preocupación lo que en nuestro país ocurre, sin hacer nada, con cierta indiferencia al respecto. Ver cómo un campesino no tiene ni la más remota idea de qué fue lo que aconteció durante la guerra de la Independencia por no haber tenido acceso a la educación. Ver cómo nuestro gobierno se preocupa más por distraer la atención de nosotros, discutiendo si aprobar, o no, las relaciones maritales entre los homosexuales, mientras ignora afrontar cara a cara los problemas que están a la vista de todos y mientras más de la mitad de los mexicanos sufren de hambre y de pobreza.



De hecho, éste año nuestro gobierno invertirá 580 millones para festejar en grande el Bicentenario de nuestra "Independencia". 580 millones como si nuestro país estuviera en condiciones para darse esos lujos después de una enorme crisis económica. No estoy diciendo que la ocasión no amerite ese dinero, sin embargo, 580 millones podrían ser gastados en un sin fin de cosas como la divulgación de la ciencia y difusión de la cultura, entre otras que hacen falta en nuestro país, y no en fuegos artificiales ni en circos de una noche.


Cabe mencionar que también se festeja el Centenario de nuestra Revolución Mexicana. Revolución que en 1910 tenía como objetivo devolver las tierras a los pobres que las trabajan, lograr igualdad entre todos los mexicanos, terminar con los caciques de aquellos tiempos, en fin, tenía como objetivo derrocar a la esfera de poder que se apropiaba de México y garantizar así, el respeto y la igualdad de las personas ante la ley. Tristemente eso hasta hoy en día no se ha logrado, concentrando el poder del país en menos del 3% de la población. Me vuelvo a preguntar, ¿Qué vamos a festejar?



Estamos viviendo en un país con una cultura en decadencia, con una cultura bélica. En un país en el que se sigue derramando sangre y en el que la guerra contra problemas como el narcotráfico, parece haber sido perdida. En un país en el que se generan alrededor de 63.000 millones de dólares por tráfico de drogas, suficiente dinero para difundir lo único que a esas personas los mantiene en el poder, el miedo. La pregunta ahora es, ¿Seremos indiferentes ante el miedo?



Con orgullo, puedo ver que aún en medio del desastre, hay voces que claman, que México puede volver a nacer, voces que inspiran optimismo y que transmiten el tipo de actitud que México necesita tener.


Dejemos de ser indiferentes a los problemas que día a día crecen, que día a día amenazan a nuestra seguridad, a nuestra nación y a nuestras futuras generaciones. Dejemos de ser indiferentes ante un cáncer que consume desde adentro al México que se ha construido durante años con el esfuerzo de todos. Quitémonos de encima esa inmadurez e ineptitud de retratar a México como un país hostil. Hay que demostrarle al mundo que nuestros antepasados nos dejaron una nación, la cual, somos capaces de defender.


Aún somos mayoría los que sostenemos y construimos a diario nuestro México. Aún somos más los que estamos en contra, los que estamos ya hartos de todo esto pero aún estamos a tiempo y aún el problema tiene solución. Si fuimos capaces de vencer a la opresión en el pasado, lo podremos hacer de nuevo, porque el hambre y la injusticia engendran guerreros, porque somos un pueblo capaz de grandes hazañas y porque todos juntos podemos trabajar por un México mejor.


Porque es momento de quitarnos el miedo y de hacer que la voz de todos se escuche, y así, forjar ese México que tanto hemos anhelado.


Hemos de constatar que no sólo somos un pueblo formado de muchos años de lucha, esfuerzo y sacrificio, sino también de satisfacciones y contento. Hay que lograr sentirnos satisfechos y contentos esta vez.

Con todo esto, puedo concluir que hay de gritos a gritos. Los hay de alegría y los hay de tristeza; los hay de placer y los hay de dolor; los hay de fatiga y los hay de grandeza; pero siempre, siempre, viniendo del corazón. ¡Que viva el bicentenario y que viva México!


"Morir es nada cuando por la patria se muere"